Amigos de mi Blog:
En espera de que os pueda colgar algo mío, pues con lo pachucho que he estado pocas has sido las ganas de escribir, os dejo otra historia de nuestro colaborador POLVORILLA, que sin duda os colmará. LA TORRETA BALÍSTICA, una desternillante e internacional aventura "En las tierras de Gengis Khan" como él mismo dice.
La pasión de M,J, "Polvorilla", el lanceo
.
Como el autor de estos relatos no me deja dar su nombre ni poner fotos donde salga "la jeró" de ningún menda - con todo el derecho del mundo, claro está - y como esto hay que adornarlo de alguna manera, pues os pongo una foto que me mando a modo de firma....y un par de instantáneas
del padre de la criatura (lease Blog) y sus triunfos de la presente temporada pa que veais que uno sigue en activo. Cuando el amigo Félix montes escriba el correspondiente artículo lo haré mas "in extenso"
Y eso es todo, amigo, que diría Bug Bunny. Gustaros seguro que os gustará porque Polvorilla es un artista
Recibid mi mejor abrazo y besos para las señoras.
Lolo Mialdea
Este entregó su vida en casa, Las Mesas...y va 1 de 1 tirados.
Estas señoronas son de Cámaras Altas... ya son 3 de 3
LA TORRETA BALÍSTICA
Que sí hombre, que sí. Que con este cacharro le operas de fimosis a un mosquito
a trescientos metros… Y es que la torreta balística es fundamental. Cuando uno
sale de los barbechos manchegos a zonas de montaña, es esencial tener la
seguridad de pegarle un estacazo a una tórtola en donde el viento da la vuelta.
En las tierras de Gengis Khan comprobé la efectividad del cacharrito. Los
puristas dirán que lo ideal y verdadero es disparar a corta distancia. Pero
cuando estás en el quinto coño, y encima el viajecito te ha costado siete
mentiras a la parienta y condenación eterna con la Santa Madre Hacienda, pues
oye, al cabro de turno le tienes que envolver la pellica sobre los cuernos como
sea. Claro que lo ideal es matarlo con alza y punto a un par de metros… Otra
cosa es conseguirlo.
Pataleando las zonas del Tien Shan descubrí mi poca afición a la corta
distancia debido a que era literalmente imposible meter en el canuto a un
animalito a menos de cuatrocientos metros… Ni grande ni chico ni regular. Es
que en aquellas sierras peladas me sentía como un guarro jabalí en medio de una
raña nevada: jodido pues. Me tiré dieciséis días detrás de mi ibex… y recé dieciséis
mañanas para conseguirlo… Al final me hice con él. Y no fue ni milagro ni
suerte. Sólo el destino.
El caso es que me veo en la misma, que nos vamos en busca de cabros a los pocos
meses, en la orilla con Pakistán. Mi presupuesto tenía la misma dimensión que
mis posibilidades de ligarme a la reina de Inglaterra, por lo que recorté en
gastos y, pese al peso de mi conciencia carnicera, tampoco podría hacerme con
la famosa torreta balística. Qué rollo, fijo que me vengo bolo por inútil… En
las estribaciones del Pamir los bichos te ven a kilómetros y no sueltas un
balazo a menos de quinientos metros ni de broma… Pero bueno, eché mi viejo Sako
300, y como decía aquél: balas tengo, ahora que Dios disponga.
Me veo envuelto en un espinar de mil demonios. Dicen los lugareños que en las
zonas bajas hay jabalíes, que hay algunos, aunque se ven a larga distancia…
Pero los paisanos de aquí no tocan al jalufo (gorrino en moro) porque dicen que
se condenarán eternamente… He estudiado la zona. Me voy a colocar en un cerro
dominando dos valles, y que el par de perrillos careas de un pastorcillo entren
con dos o tres fulanos pegando tiros. A ver si suena la flauta…
Pasan los minutos y nada. Agua. Ni una liebre. Me dispongo a cambiar de
morrita, para dar un zapeo al siguiente barranco, y tenía que atravesar la zona
que habían cazado. Metido en mitad del tomate, oigo a un perro ladrar a parao.
Volví mentalmente a mi escenario manchego, con mis delantales y cuchillo… No
dudé ni medio segundo. Aquel perro estaba ladrando a parao, a un oso, a un
leopardo de las nieves o a un jalufo. Pero señalaba la presencia de algo… Y ahí
que me metí…
Los guías me sujetan para que no se me ocurra entrar en semejante escenario. Me
piden por Alá que no avance, que los jalufos son muy peligrosos… Éstos pobres
no saben que en España matamos gorrinos con un par de perros y una navaja
esparraguera… O sea que imagínate tú mi mansedumbre pudiendo entrar con un 300
por delante sabiendo que sólo hay un perro porque el otro está tan asustado
como sus dueños…
Y vamos a vé como baila Migué…. La poca brisa que hay en ese espinar me viene
de cara. Voy con un rifle, pero las músicas y chistes para después. Me meto a
gatas, despacio, escuchando los latidos del perro. Debo estar a cuatro o cinco
metros. A mi entrada en esa pequeña plaza llena de arbustos veo varios bultos
que el perro señala. Me pongo de pie. Una cochina me ve y también se levanta.
Nos quedamos mirando el uno al otro. No sé qué reacción tendrá, por lo que
tengo el dedo en el gatillo apuntando entre sus ojos… Parece que da dos pasos
para alejarse… y detrás de ella veo al macario más grande que hasta la fecha he
contemplado… Sin pensarlo di dos saltos con la guardia baja y le soplé un
trallazo que le ayudó a no tener necesidad ni de levantarse…
De regreso a España un amigo me preguntó cómo me las había apañado sin la
torreta balística. Por supuesto le dije que me sentí como Paco Martínez Soria
en la Gran Vía, atolondrado e inútil, porque para cazar en esos lares es
necesario llevar la tabla balística aprendida como el padre nuestro…
¿Y el cochino lo tiraste lejos? Pues mire usted… de la cabeza del guarro al
caño del metesustos habría algo menos de dos palmos…¡¡¡ Si es que no hay nada
mejor como saber los grains de las balas…!!!
M.J. “Polvorilla”
A mi no me ocurrió algo parecido, en medio de un monte donde sentí la algarabía de los perros y en eso veo el javali entrando al descampado, cinco o seis metros, luego mi escopeta ladró, una cal .24 y con postas. Fueron suficiente, un tiro al cuello y basta. Atentamente. Claro no pesaba tanto como para necesitar un .300 magnun.
ResponderEliminarMuy bueno, lastima no estar en las estribaciones de Pamir.
ResponderEliminarMuy bueno Lolo.
ResponderEliminarGracias en nombre de MJ Polvorilla. Lolo
ResponderEliminarGrande, como siempre
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