Los picos más altos de Sierra Morena
Queridos amigos:
En esta ocasión os quiero hablar
de sentimientos. No de sentimentalismo o complicados sentimientos humanos, sino
de aquellos que se sienten contemplando la magnificencia de nuestras sierras y
te erizan el vello, y como me van a faltar
palabras por más que lo intentaré, voy a recurrir a pasaros una galería de
fotos - las más hechas por mi salvo algunas de mi amigo Félix o de mis otros
compañeros de caza - porque quiero intentar compartir con vosotros algunos
sitios sin parangón
En un momento dado me pregunté:
¿Por qué vas a conformarte con lo visto esta semana? ¿Por qué no repasas los
que para ti son los sitios más impresionantes de SIERRA MORENA? De sobras sé que cada uno de nosotros tendrá
su póker de ases, pero otra vez lo explicaré con aquello que añadí a mi primer
libro en su título: "40 años narrado en PRIMERA PERSONA". Quede , pues, claro que son mis
rincones preferidos de los que conozco, pues nuestra sierra, como dijo el clásico,
es de increíbles pequeños rincones.
La pasada Semana Santa, y dado
que mi casa necesitaba urgentemente pasar por la ITV y que Isabelita se
marchaba unos días a Madrid, aproveché para llevar mis nuevos libros al norte
de la provincia de Córdoba y sur de la de Ciudad Real.
Esa primera noche la pasé con mi
gran amigo Julián Del Pozo, En Chillón, pero esa tarde ya vivimos una increíble
aventura que merece un artículo en algo más importante que mi modesto blog.
Esperad y veréis. Lo colgaré aquí cuando pase un tiempo prudencial tras salir a
la venta en los quioscos. Eso por no contar con la visita a la fortaleza que
alberga la ermita de la Virgen del Castillo, desde donde se dominan los valles
de Los Pedroches y Alcudia, y el mar interior de los embalses extremeños
Zarza Capilla desde la Sierra de Las Yuntas
La madrugada la pasamos haciendo como
que recechábamos corzos en las sierras de Las Yuntas. Uno nos ladró pero de ahí
no paso la cosa.
Aquel rincón de Sierra Morena,
entre Guadalméz, Belalcázar, Cabeza de Buey, Zarza Capilla, Peñalsordo, Chillón
y Almadén, es realmente impresionante, pero aun a así no llega al umbral que me
he fijado a mi mismo de los sitios inmarcesible de nuestra Sierra.
Pero vamos a lo que pretende esta
entrada, donde, como dije al principio, intentaré ser parco y justo en las palabras
y dejaré que hable las imágenes.
Vamos a empezar por el extremo
oeste de Sierra Morena, desde Aracena a allá donde se muere poquito a poco
nuestra Sierra , como llorando, en los llanos de Portugal. Hablo de Huelva, esa
maravilla que desde el punto de vista del montero no es tan conocida, pero
donde he visto sitios de una belleza abrumadora.
Los bolos de Las Peñas
Yo quisiera que vierais esas Riveras
de Chanza y el Aserrador, las cumbres de Aracena y Sierra Pelada y , bueno, a
mi me cautivan dos sitios concretos: El primero es una sierra que llaman, muy
bien por cierto, Las Peñas. Se trata de un afloramiento granítico de bolos
enormes, pero grandes de verdad como no
los he visto en parte alguna. Al margen de las fotos hechas por mí y por Félix Sánchez,
coadministrador de ese blog, no he podido resistir la tentación de hacer una
captura de pantalla de G-Maps vía Satélite. Mirad ese laberinto y metedle
metros de altura a cada bolondro de esos. ¡¡Da miedo!!
Recuerdo una vez que monteábamos aquello
y nos mandó otro gran amigo, Rafa Domínguez, arocheno de pura cepa, a la
solana, para lo cual había que dar una vuelta enorme...y era tan intenso el
frío que las umbrías que recorrimos, y la que fuimos a parar, parecían imágenes
de la puñetera Taiga siberiana pero en terreno quebrado. Vamos, la 5ª
glaciación. ¡Qué frío pasamos! ¿Recuerdas, Juande, el cochino que me quitaste
de asesinar por el jodido celo de grabar el lance? El catrecillo me tiró y tu
calladito mientras atravesaba un raso. ¡Pa matarte! ¿Veis? Ya se me está yendo
la hoya y la pluma. Que hablen las fotos.
Los Castañares de Aracena
La otra zona de belleza
insuperable de estos montes onubenses es la zona de castañar. Que no, amigos,
que no estamos ante esas manchitas de estos árboles que se forman en torno a
los arroyos umbríos. ¡Qué va! Son leguas y leguas de bosque viejo e inquietante,
desnudo por abajo. Sólo he visto cosa
parecida, sino superior, en la zona entre Manilva y Ronda, en Málaga, allí
donde llueve más que en Galicia, a la vera de Grazalema, pero ya me estoy
saliendo de nuestra Sierra morena.
Desde ahí el salto es muy grande,
nada menos que hasta la sierra de Hornachuelos, a la cuenca del río Bembézar.
¡Ni más ni menos que al Estrechón de los Azores!
En las quietas aguas del pantano
de tal nombre, allá donde se juntarían antaño las aguas de tal río y el que se
forma de la unión de Névalo y el Pajarón, con La Aljabara de Spínola a un lado
y Las Mesas de Bembézar a otro, se descuelgan sendas cuchillas de piedras
formando una auténtica garganta en lo más fragoso del monte.
He monteado allí muchas veces y
no tengo ni una foto mía que os lo muestre, ni tampoco en internet he encontrado
más que aproximaciones. Sólo os diré un par de cosas y habréis de fiaros de mi.
El Estrechón de los Azores visto desde el satélite
Cuando se montea lo de Spínola,
al llegar las rehalas que sueltan de Coímbre para abajo a la tal cuchilla, ¡se
tienen que juntar todas y colar por un agujero, perro a perro y tío a tío! Es
imperativo que el guía lo conozca. La última vez que estuve cerca me entró al
paso el célebre Bernardino, perrero que fue de la rehala de Antonio Flores
Guerra.
Terminaré diciendo que en cierta
ocasión, solo en la barca mientras pescaba Black Bass, al llegar al
descolgadero en plena tarde soleada de Semana Santa, aquello se oscureció de
repente. La luz menguaba tanto que tuve que parar el motor. Entonces, junto a
una cascadita que cae como de Los Retablos, me quedé tan absorto y superado por
tanta belleza, que os juro que hice dos cosas que no suelo hacer en el campo:
¡Recé, lloré de puro recogimiento! ¿Qué más puedo decir?
Y continuando hacia el este
llegamos a la cuenca del Guadiato, y en ella Las Mesas, en esa parte final del
cauce donde se encanuta y desagua en el Pantano de La Breña. Yo espero que no
se me vaya la pinza pues os voy a hablar un poquito del patio de mi casa, del
rincón de mis amores. ¡Pero no es amor de hijo, que en esto coincidimos muchos
monteros y que vosotros juzgareis por las fotos! De esa zona decía Alfonso
Onceno que era buena de "puerco e
oso en invierno e verano"
Aquí, en Pan Duro, se juntan los río Guadiato y Guadiatillo
Allí donde se juntan los ríos Guadiato
y Guadiatillo, abrazando entre los dos al Cerro de Trigo en el paraje de la
Casilla de Pan Duro, están varias de las manchas que más me gustan, mas
fragosas, quebradas y mejor conservadas y que mejor conozco. Más que las fincas citaré
algunos nombres de manchas, muy pocas, para que os hagáis a la idea: Las
Cebaderas, Valdemilanos, Quitapesares, Los Ídolos, La Umbría de la Negra - por
lo oscura - o Valdeinfiernos.
A día de hoy, ese inmenso horcajo
está cubierto por la aguas de antes mentado embalse, ahora recrecido e inmenso,
y queda de postal, pero... ¡hay compañeros! Yo lo conocí cuando la cola solo
llagada poco más arriba los álamos de La Negra y como pocas veces se llenaba ,
quedaba allí una enorme y preciosa
tabla. ¡Entonces sí que era una belleza aquello! Poder andurrear todo aquel
bosque de galería formado en torno a lo más angosto del barranco, era
sencillamente impresionante... pero todo se perdió en aras del progreso y de
ciertas concesiones (¿subvenciones?) que mejor olvido. ...Y eso que es el
extremo oriental de Parque Natural de la Sierra de Hornachuelos. Lástima que sólo
nos acordemos de Santa Bárbara cuando truena y que solo tenga un puñadito de
fotos de entonces. Ni siquiera tengo una de La Vegueta del Gato, donde quiero
que se arrojen mis cenizas cuando llegue mi hora.
El siguiente salto es muy grande
y quizás injusto. Me dejaré por el camino barrancos como el del río Arenoso o
el Yeguas, los arroyos de Valle o el Moral,
y las dehesas del Valle de Los Pedroches. Mañuelas, La Umbría del Gato, Los Rasos, Las
Morenas, Españares o El Socor son manchas increíbles...como es magnífica toda
la zona del Santuario de la Virgen de La Cabeza, pero en algún lugar hay que
poner la raya.
Y llegamos a la sierra de
Fuencaliente, que aunque forme parte de otra de mis favoritas que luego tocaré,
Sierra Madrona, la quiero distinguir porque en ningún otro sitio he visto los
robledales - diría que relictos - viejos y altísimos, que allí existen. Si os
digo que uno cree estar en la Selva Negra alemana en una batida de cochinos,
¿qué me diríais? Allí sobrevivieron hasta bien entrado el S. XX los machos
monteses ahora recuperados, y aun campea el lobo en ese cujón que se forma
entre Jaén, Córdoba y Ciudad Real. ¡Afortunado yo que tuve un enorme macho en
la cruz de mi visor y sobre el que, faltaría más, no tiré!
Se dan alturas de más de 1300
metros contra las que chocan las borrascas atlánticas configurando un
microclima inesperado tan al sur. Hasta 1300 L/m2 holgados se han mediado en
algunas estaciones climáticas privadas. Lo mismo te nieva a lo bestia en
invierno o pasas frío en agosto en sus umbrías, que te asas de calor en sus
solanas, o allí donde muere, en el Valle de Alcudia.
Los increíbles robles melojos de las umbrías de Fuencaliente
Jobar... ¿Y esas pedrizas
matadoras? Para mí, de raigambre y crianza cordobesa, donde no existen, fueron
una sorpresa tan grande que una vez no sabía si bajar o subir o tirarme por un
barranco. ¡Qué desesperación dentro de su belleza!
Y basta de palabras y me remito a
las fotos que aquí os dejo.
En otra voltereta hacia el
noroeste he descubierto en este último viaje otro rincón que me era desconocido
en su extremo oriental, dando cara ya a La Mancha. Hablo de la Sierra de San
Lorenzo. Ciertamente he monteado e incluso "guardado" algunas fincas
en la zona de Mestanza. Pero esta parte que se queda entre San Lorenzo de
Calatrava y Huertezuelas, me ha dejado boquiabierto... y nunca hubiera podido
llegar a ciertos rincones de no ser por mis amigos Aníbal y Juan Antonio
Martín.
Huertezuelas visto desde los más de mil metros de la sierra. A partir de aquí La Mancha
Pero, ojo, no nos olvidemos de lo
que hay por debajo de San Lorenzo. Me metí con el coche hasta casi Los Escoriales
y me salí por Carvajal. ¡A destacar sin duda, ya veréis!
También con alturas importantes,
por encima de los 1.100 metros, pero con clima más seco y frío, ha sido allí
donde he visto otra maravilla botánica inesperada. ¡Qué manchones de quejigos,
Virgen Santa! Pero no los quejigares como los que yo tengo tan vistos en
Córdoba, con árboles altos, clareados y pimpolludos, ¡qué va! Los de las
alturas que dan a Huertezuelas no superan los tres metros de altura y están tan
juntos unos a otros que solo se pueden atravesar a gatas porque son tan viejos
que ni me lo imagino. Con sus madroñas entremezcladas y otro monte de cabeza, a
mí me han impresionado en invierno, desnudos. Ni me atrevo a conjeturar lo que
tiene que ser aquello en verano con toda su hoja verde intenso. De eso nada: ¡Tengo que mirarlo cara a cara!
¡Sentirlo! ¡Vivirlo!
Aunque lo veréis en fotos que no
hacen demasiada justicia a la zona, lo que se domina desde esa cordillera, la
Madrona y Despeñaperros al sur, y La Mancha mas autentica al norte, con sus
aldeas abandonadas y sus castillos calatravos, impresiona.
Y ahora me dispongo a salirme
camino de casa desde "mi altar serrano", que diría Jaime de Foxá.
¿Por dónde lo hago? Pues por lo más recóndito. Entraré por la Garganta del Montoro a Sierra
Madrona, y me saldré por Andújar para enfilar, ya de retirada y como dejándome
algo atrás, camino de mi vieja Córdoba montera...y , ¡vive Dios! Otro sorpresón
en tierra que no había ollado: Lo más hondo de Sierra Madrona, desde El Hoyo a
lo dulce de de la sierra, pasando por lo mas bestia - no se me ocurre otro
calificativo - de estas manchas que atraviesa el río Robledillo, con los picos
de La Bañuela, Dormideros y Abulagoso por testigos.
El río Robledillo con las cumbres de Madrona por testigos
A mí Sierra Madrona se me antoja
un perdedero: 40000 H. con apenas unas cortijadas y un par de pueblecitos como
Solanilla del Tamaral o Solana del Pino en su interior. Sólo conozco otro sitio
semejante y en ambos casos los invito a mirar un mapa. Me refiero a todo lo que
hay por debajo de la aldea de Posadilla y comprobarán la de kilómetros de
sierra que hay sin un puñetero pueblo hasta llegar a Hornachuelos. Algo así
pasa en Sierra Madrona. Desde el Hoyo de Mestanza a Andújar solo hay sierra,
sierra y más sierra. 62 km de carretera en el caso Manchego-Jiennense y 72 en
el cordobés... por carretera. Así se perdían Bandoleros y Maquis y no había
quien diera con ellos.
Y aquí os dejos con las fotos y
ya me contaréis. Personalmente creo que si tuviera el don de la ubicuidad y
pudiera estar en todos estos lugares a la vez...¡Moriría de placer!
Lolo Mialdea
Córdoba, 1 de mayo de 2018
Ya me gustaría acompañarte en una de esas correrías que haces por nuestras sierrss. Para escribir un libro tendrías Buen relato
ResponderEliminarTengo alma de explorador, Alfonso. Nada me gusta más que descubrir sitios nuevos
ResponderEliminarImpresionante tu conocimiento de todos los lugares que nos describes y que algunos de ellos que conozco, parece que los estoy viendo de nuevo con tus doctas explicaciones. Pero te voy a decir una cosa, no se te ocurra ni figuradamente estar en todos ellos a la vez, porque nos tienes que estar deleitando con tu verbo montero, muchos años más.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo Lolo.
Gracias, Paco. Espero verte pronto cuando os convoque en El Círculo para firmar mis libros ya que en ADEVIDA a poco nos ahogamos y solo fueron 12 o 14 amigos. jaja. Un abrazo fuerte
ResponderEliminar¡Como llovía, Virgen Santísima!
ResponderEliminar