Amigos de mi blog:
Desde la nebulosa de mi memoria de niño, recordaba el trabuco como algo casi tan consustancial con la montería como los perros y perreros, las armas que usaban mis tíos -mayormente la escopeta o aquellos Browning "Don Gonzalo" y "Checos" de cerrojo- las caballerías y sus arrieros, los monteros, o el monte mismo, y ahora que está condenado al ostracismo y el sonido bronco de sus estampidos es ya un anecdótico milagro en manchones organizados a mayor gloria de la tradición, no he querido que aquellas nubecillas blancas que brotaban entre los chaparros se pierdan para siempre, pues mucho me temo que cuando nuestra generación tenga su domicilio en "el cortijo de los callaos", su uso y utilidad caerán en el olvido de la noche de los tiempos monteros.
Otrosí digo que no he querido
andarme por las ramas y me he mojado añadiendo de mi peculio cosas que jamás vi
escritas en sitio alguno. Si estáis de acuerdo conmigo, que Dios me lo
premie, y si ando errado, que me lo demande. Y es que salvo algunas menciones
que cito en el artículo -Trofeo
Noviembre de 2.012– nadie ha entrado a saco en el tema. No lo busquéis entre las
magnificas páginas escritas por Urquijo,
Yebes o Aguayo: Nada salvo menciones coloristas encontrareis. Solo otro
grande de la montería: Juan de Dios
Olías, rasga la superficie en el didáctico párrafo que a continuación os
dejo:
"Pronto los perreros avispados debieron comprender que bien utilizado podía cazar como varias colleras de perros. Así, un cochino encamado que se resiste a salir pese al acoso de los perros, rompe despendolado de un trabucazo en lo alto de la mata. Cuando los venados torean a los perros dándole vueltas a un cerro sin querer asomarse al limpio, otro zambombazo en la cima los pone en el verdadero camino. El perrero que sin perros ve una pelota de reses amagadas tras haber sorteado a las rehalas, se basta con el trabuco para volver a echarlas a las escopetas”
En fin, compañeros monteros y amigos queridos, aprovecharé lo señalado de la fecha para desearos un feliz y prospero año entrante, por más que esto último se me antoje una utopía.
Como siempre, tras leer esta entradilla, podéis acceder al artículo original escaneado con solo clicar AQUÍ.
Recibid un cordial abrazo y besos para las señoras.
Lolo
Mialdea
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